En el Albergue San Juan de Dios, nos unimos a la celebración de la Jornada Mundial del Enfermo con fe y esperanza, recordando que la enfermedad nos invita a acercarnos más a Dios. En este día especial, reflexionamos sobre la importancia de la compasión y la solidaridad con quienes atraviesan momentos de fragilidad en su salud.
Como nos recordó el padre Javier Consuegra en la misa dedicada a nuestros usuarios internos, la esperanza en el Señor nunca defrauda. Caminar junto a él nos da la seguridad de que nunca estamos solos, y nos recuerda que, en la enfermedad, descubrimos nuestra necesidad del otro. No somos autosuficientes; dependemos de quienes nos cuidan y nos extienden su mano amiga.
San Juan de Dios nos enseñó a ver el rostro de Cristo en los enfermos y a cuidarlos con amor. Atender al necesitado es atender al mismo Cristo. En nuestro caminar de fe, nos encontramos con diversas historias de sufrimiento, algunas marcadas por la desesperanza, pero muchas otras iluminadas por la gracia de Dios, que en medio de la enfermedad nos ayuda a acercarnos a él.
A menudo acudimos a la iglesia para pedir por la salud propia o de nuestros seres queridos. No es que Dios haga oídos sordos a nuestras plegarias, sino que también nos invita a valorar el tiempo, la espera y la confianza en él. Ejemplo de ello es la historia de una religiosa en Otavalo, quien, tras una larga agonía, ofrendó su dolor a Dios y a la Iglesia, partiendo en paz con el Señor. Su testimonio nos recuerda que no estamos desamparados, pues Dios siempre está presente en quienes nos cuidan y nos brindan apoyo.
La Jornada Mundial del Enfermo es un llamado a dar testimonio en medio del sufrimiento, a llevar cada dolor con fe y esperanza, y a encontrar en la unción un consuelo que nos fortalece en el Señor. No es un acto mágico, sino un signo de su auxilio, que nos reafirma en la certeza de que Dios camina con nosotros.
En el contexto global, la Iglesia celebra la XXXIII Jornada Mundial del Enfermo bajo el lema: «La esperanza no defrauda» (Rom 5,5) y nos hace fuertes en la tribulación. El Papa Francisco, en su mensaje para este año, nos alienta a reconocer que, incluso en medio del sufrimiento, la esperanza que proviene de Dios nos sostiene y fortalece. Él señala que la enfermedad puede ser una oportunidad para un encuentro transformador con el Señor, descubriendo en Él una roca inquebrantable a la cual aferrarnos en las tempestades de la vida.
El Santo Padre también nos recuerda que Jesús, al enviar a sus discípulos en misión, los exhortó a decir a los enfermos: «El Reino de Dios está cerca de ustedes». Esto nos invita a comprender que, aunque la enfermedad sea dolorosa y difícil de entender, es una oportunidad de encuentro con el Señor. Él no nos abandona y, a menudo, nos sorprende con el don de una determinación que nunca hubiéramos pensado tener.
En el Albergue San Juan de Dios, ponemos la unción en nuestros usuarios internos con amor y esperanza, confiando en que el Señor nos sostiene y nos conforta. Que esta jornada sea una renovación de nuestra fe y un compromiso de solidaridad con quienes más lo necesitan.
